miércoles, 9 de octubre de 2013

Anna R. Ximenos: «Interior azul»

Una poeta rusa recibe una carta que le escribió su hijo en hojitas de papel de fumar mientras era transportado a un campo de concentración en un vagón de tren atestado de detenidos como él. Una filósofa judía de renombre mundial protege, por amor y por fidelidad, a uno de los más importantes pensadores del siglo xx a pesar del pasado nazi de éste. Una hipersensitiva escritora de cuentos y novelas confía su vida, después de haber sido desahuciada por los médicos, a un gurú exigente y extraño que hace furor en los círculos esotéricos de su época. La poeta es Anna Ajmátova, la filósofa judía es Hannah Arendt (y el pensador, Martin Heidegger), la escritora de novelas y cuentos es Katherine Mansfield (y el gurú, Gurdjieff). Tres mujeres que no están solas en este libro de Anna R. Ximenos, Interior azul, que incluye también a Marguerite Duras, Virginia Woolf, Colette, Marguerite Yourcenar, Dorothy Parker, Anna Freud, Isak Dinesen, Jane Bowles, Carson McCullers, Linda Campbell, Mary Wollstonecraft y su hija Mary Shelley, y Anne Sexton. Todas ellas mujeres centrales de la historia de la literatura y del pensamiento contemporáneo que encarnan algunas de las línea de fuerza de su tiempo: el feminismo, la biopolítica, la sexualidad transgresora, el psicoanálisis, la liberación de la imaginación por parte de la ética y viceversa...

Interior azul posee la estructura de las variaciones Goldberg: un tema único, la mujer, y 16 formas de abordarlo. A partir de un suceso sin aparente importancia, de un episodio concreto, de un pequeño detalle donde se encierra la totalidad, Ximenos escribe estos sugerentes retratos: la carta de la poeta rusa Anna Ajmátova; el tiovivo de juguete roto sobre la mesa donde conversan los filósofos y antiguos amantes Hannah Arendt y Martin Heidegger; la casa que Jane Bowles tenía en la kashba y que ambicionaba Cherifa; la lavadora que servía de mesa a Yann Andréa, el joven amante de Marguerite Duras, para mecanografiar las novelas que ella le dictaba; la consulta del psiquiatra que aconsejó a Anne Sexton que escribiera poesía; el diván donde Freud dormía la siesta y psicoanalizaba seis veces a la semana a su hija Anna; los lujosos lavabos de Tiffany donde Dorothy Parker se refugiaba en plena borrachera con un gin-tonic en la mano; el dormitorio de Maine donde Marguerite Yourcenar cuidó a Grace Frick, la traductora estadounidense que fue su gran amor…

Interior azul crea un género en sí mismo, pues estos relatos se leen como ensayos y las autoras que los protagonizan se convierten en personajes. El amor, la escritura, la locura, la singularidad, la soledad, la ironía, la fortaleza… sobrevuelan el libro. Una escueta y singular nota biográfica sirve de introducción a cada relato. Ximenos se aleja de las biografías al uso, con su desarrollo cronológico y su enumeración de obras. Ella elige un prisma distinto: un rasgo psicológico que aspira a funcionar como un fogonazo de luz en la oscuridad. No todos los relatos poseen la misma fuerza y claridad introspectiva, pero sí comparten una atmósfera que, como una puerta entreabierta, invita a adentrarse en las autoras. Y todo esto sin que en ningún momento hayamos tenido que hablar de ‘literatura femenina’. Literatura. Gran literatura. A secas.

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JANE BOWLES (Jane Auer, norteamericana, 1917-1973) fue miembro destacado de la bohemia del Greenwich Village neoyorquino. Después de pasarse la vida en hoteles baratos y hospitales, conoció a Paul Bowles, con el que se casó y se marchó a vivir a Tánger, ciudad entonces cosmopolita y mágica que ellos pusieron de moda
entre apátridas profesionales y gurúes del malditismo. La relación de Jane con Cherifa, su sirvienta, ha dado pie a todo tipo de rumores y elucubraciones. Fallecida en un asilo psiquiátrico de Málaga, donde está enterrada, la leyenda de Jane va creciendo a pasos agigantados junto con su obra, breve, pero intensísima e inolvidable.

Tánger, Marruecos 1950
Yo, Jane Bowles, amo a Cherifa. Ella, Cherifa, ama el dinero. Mi dinero. Lo poco que tengo. Y la casa de la kasba. Para llegar a ella hay que perderse por el laberinto medieval de las callejas de Tánger y dejarse llevar por el olor a kif, polvo y menta. Mi casa se encuentra al final del aroma, sobre un jazmín trepador. Cherifa sabe que será suya cuando me muera. Por eso intenta envenenarme de vez en cuando. Un juego. Y en la vida lo importante es participar. Cuando vivía sola, me pasaba las tardes recorriendo la casa despacio, rozando las paredes con la mano. ¿De qué me servía un hogar sin Cherifa? Un día ya no pude más. Hoy, tiene que ser hoy. Salí a la calle y me apresuré por el camino del zoco. Encantadores de serpientes, perros, niños, vendedores de lámparas, y allí, en la entrada del mercado de las especias, Cherifa. El pulso se me aceleró al mirarla: la hermosa cabellera negra, los endemoniados ojos azules, cada gesto suyo prometiendo una mujer distinta. Cherifa se aburría en su barraca, parapetada tras las cajas de dátiles, almendras y avellanas. Mordisqueaba un anacardo simulando no verme. Me planté ante ella, puse los brazos como si fueran alas y los moví. Entendió perfectamente. Hoy, en casa, pollo. No accedería a la primera. Se cortó la garganta con un cuchillo imaginario y masculló algo sobre su familia. Volví a mover las alas con decisión, di media vuelta y eché a andar. En Tánger no hay bares para mujeres con reservados como en el Village. Pero el pollo es un bien escaso. La belleza, también. Cherifa cerró la barraca y me siguió.



Interior azul
Anna R. Ximenos
Fondo de Cultura Económica
148 páginas | 16 euros



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