martes, 11 de diciembre de 2012

Poesía en el Palacio: Federico Díaz-Granados

Fiel a su cita de todos los meses, en diciembre Poesía en el Palacio cierra sus lecturas de 2012 con la presencia del colombiano Federico Díaz-Granados, que presentará su libro más reciente, Hospedaje de paso, recién publicado en España por Valparaiso Ediciones.

Federico Díaz-Granados (Bogotá, 1974) ha publicado los libros de poemas Las voces del fuego (1995), La casa del viento (2000) y el ya mencionado Hospedaje de paso (2003); las antologías de nueva poesía colombiana Oscuro es el canto de la lluvia (1997) e Inventario a contraluz (2001). En 1998 aparecieron sus versiones de la poesía de Jim Morrison bajo el título Una oración americana. Actualmente es subdirector de la revista de poesía Golpe de dados.

Dónde: Hotel Hospes Palacio de los Patos (C/ Solarillo de Gracia, 1, junto a C/ Recogidas)
Cúando: Jueves, 13 de diciembre, 20:30 h.
Entrada gratis hasta completar aforo.


Hospedaje de paso (recitado por el autor)

HOSPEDAJE DE PASO

Nunca he conocido a los inquilinos de mi vida.
No he sabido cuándo salen, cuándo entran,
en qué estación desconocida descansan sus miserias.
Las mujeres han salido de este cuerpo a los portazos
quejándose de mi tristeza,
en algunas temporadas se han quejado de humedad
de mucho frío, de algún extraño moho en la alacena.

Se marchan siempre sin pagar los inquilinos de mi vida
y el patio queda nuevamente solo
Mi corazón deja de ser una posada de hambrientos
que acoge a todos los pájaros que llegan del verano
y aguardan a que regreses por tus cosas
a este hotel de paso donde siempre es de noche.


EL REGRESO

Regresar de los viajes
con la urgencia de quien ha conocido
la única moneda de la muerte,
contemplar los libros regados en el piso,
rastrear y limpiar los discos y los afiches de antiguos festivales.
Sacudir los muebles
y saludar de mala gana a los vecinos que no nos han extrañado,
abrir la revista que quedó inconclusa en la mesa de la noche
y saber que otro amor la magulló.

Regresar de los viajes
y acomodar los souvenirs y las postales en un lugar
que no ha sido preparado para ellos.
Reacomodarse y organizar la pobreza otra vez en las gavetas,
aprender de las mudanzas del amor siempre de afán,
el no alcanzar a colgar un cuadro
cuando nuevamente el camión de los trasteos
nos llevaba hacia otro asombro.

Se ha cambiado tantas veces de casa, de gustos, y de vida
que ya se aprende a respetar a los viejos inquilinos.
Ante el cansancio hacerse un lugar entre la gente,
saber que se estorba, que solo ebrio se cabe entre los amigos.

La vida cierra las persianas al regreso de cada viaje
y no se encuentra uno con su cuerpo,
acostarse a contar las nuevas cicatrices,
desayunar al día siguiente con la nostalgia de los rostros dejados
y en soledad saber que uno es algo incompleto a la deriva,
una larga temporada baja a la que siempre se retorna.


NOTICIA DEL HAMBRE

Me habita el hambre. Y todos me lo dicen.
No es el miedo ni la duda
apenas un ritmo intacto que no toca con su sal la orilla.
Es el hambre, quizá un leve testamento
o esta insistencia en destruir la casa
y renovar la piedra en sueño.

Es poco lo que recuerdo de mí a esta hora, el disperso,
el que a la intemperie es un poco de hierba,
una palabra sin traje con olor a otras tierras
y que mira con cara de extranjero todas las prestadas alegrías.

Llega el hambre con su mismo azar y su idéntico augurio.
La lluvia está debajo de la carne
y pocas cosas recuerdan al viejo amor
que ya no cuenta.

Es el hambre. Y todos me lo dicen.
No es el leve testamento ni la tristeza de las noches.
No es la poesía
ni la música que traduce el tiempo.

Un poco de hambre
y el cansancio de llenar la estantería de ausencias.


ASUNTOS FAMILIARES

Este vivir entre multitudes y muchedumbres
me recuerda el linaje que no conozco.
No sé si mis antepasados fueron comerciantes o humanistas,
quizá sastres de alguna corte o algún barrio.
La sangre que me corre es de ellos.
No sé si eran abogados o médicos
No sé si hubo algún santo, deportista, héroe o payaso
pero en mis ojos reconozco cada día el licor de sus tristezas.


SUENAN TIMBRES

                                                      A la manera de Luis Vidales

Golpean, llaman.
Suenan timbres en la casa.
Alguien busca algo a horas imprevistas.
Serán de la oficina postal
o los mormones
ofreciendo Biblias en promoción.
Algún extranjero despistado
o el mendigo que viene a diario por su ración de pan.
Será la vecina gorda que quiere hablar sobre la carestía
o su esposo el prestamista a cobrar los intereses en mora.
Quizá el plomero
o la gitana a pronosticar malos días,
extrañas pestes y fuertes infecciones.
Quién golpeará a esta hora inoportuna.
No es el amor,
no es el hijo, ni mi padre.
Seguro será la muerte y el ropavejero
que vienen por mi cuerpo con su derrota
o el casero a desalojar,
que es lo mismo.

                                                                                             Federico Díaz-Granados

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